Jacques Salomé
La ternura no es solamente algo físico. Es una emoción sutil, una mirada de asombro, un movimiento cálido unido para siempre al conjunto de los sentidos. La ternura posee un brillo propio.
Para nacer, la ternura necesita del silencio. El silencio que se crea cuando escuchamos lo que dice la otra persona o intentamos participar de sus vivencias y sentimientos.
La ternura es un camino que nos conduce hacia la multiplicidad y la abundancia espiritual. La ternura siempre va unida a una semilla que está a punto de germinar y se hace mayor, paulatinamente hasta llegar a convertirse en artífice de un encuentro.